La responsabilidad de un artista docente comienza con situar y armar una estrategia para definir un método que permita la coherencia de un rumbo, con calidades progresivas en una realidad del aprendizaje; que permita conocer con la experiencia y el desarrollo de la destreza, donde se estimulen las aptitudes investigativas, perceptivas, intuitivas y reflexivas.
La presencia del artista docente debe cumplirse con la discreción y la voluntad de distanciar su discurso artístico y conceptual del hecho educativo, y debe ser compañía en el transito del alumno en el tiempo que le corresponda ejercer la cátedra a su cargo; es una compañía involucrada con información y cuestionamientos, con respuestas y dialogo. Hay que escuchar y guiar, impulsar la curiosidad y propiciar la independencia para que el individuo saque sus propias conclusiones y logre crear un mundo de conductas posibles para elaborar un pensamiento conciliado con el hacer, donde vaya aumentando sus calidades cognitivas y sus cualidades técnicas.
Es dejar crecer la imaginación, conociendo sin rendir culto, trabajando sin dejar de accionar el pensamiento, creando un ambiente abierto donde la conversación traiga diversidad de aspectos, donde todo lo humano interese sin permitirnos el dogma, el hermetismo, lo exclusivo, lo excluyente, lo definitivo.
Hay que hacer notar los valores de autogestión, de responsabilidad en si mismo y con los demás, de interesarse por el medio, el tiempo, el lugar y la sociedad donde se vive; concientizar la historia, la particular, la nacional, la universal, la genealogía del arte. Es precisar lenguajes para ampliarlos, combinarlos, descomponerlos, deslastrarlos, construirlos. Es definir la síntesis, hacer notar que la síntesis no es simpleza, que no hay contradicción entre síntesis y complicación, es formular el problema para resolver, proponer ejercicios para la dinámica del oficio de la idea, de la agudeza, de lo que transcurre en ese espacio-tiempo donde el análisis, la sorpresa, el azar y el ingenio se combinen con lo conceptual, manual, verbal, visual y táctil.
Exponer la ética cómo recurso, como convenio, como estado de vida; la ética como valor mismo de creación, de transformar, de hacer, de trabajar y así fortalecer el espíritu para no disolverse en los subterfugios de lo banal, en la facilidad de lo inmediato y los engaños de la habilidad.
El artista docente debe ser amigo con la distancia del que conduce y la proximidad del solidario; integrante de un colectivo donde su gestión es activar, hacer espacios para la acción y la crítica, transigir, enaltecer, respetar, gozar y amar esa circunstancia a la que por alguna razón ha llegado
sábado, 6 de enero de 2007
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