A Lobelia Benítez de Narváez
El Instituto Universitario De Estudios Superiores De Artes Plásticas “ Armado Reverón”, tiene el grato honor de hacer homenaje al artista venezolano Francisco Narváez, en la celebración del centenario de su nacimiento, con la exposición “ Francisco Narváez Docente”, realizada en el Espacio Tres de los Talleres de Escultura y Cerámica.
La personalidad de Francisco Narváez es para el país de una singularidad especifica, paradigmática, y sin parangones en su particularidad, llena la historia del siglo XX con un recorrido paralelo, sustanciado, presencial y oficiante de momentos sociales, políticos, artísticos y literarios desde su nacimiento en 1905 hasta su muerte en 1982. Es una presencia determinante en el proceso de progreso y modernidad de nuestra nación, construyéndonos un acervo cultural emanado de las esencias genuinas de nuestra historia, nuestro imaginario y de los valores que conforman un pueblo mestizo, tropical y ciudadano, con los factores universales y ascendentes del arte. Vemos al maestro marcando pautas e indicando conceptos permanentemente, su revisión de lo criollo envuelto en la leyenda y el mito, las facciones de la raza y lo exuberante de la naturaleza con la sobriedad del volumen, el material aportado para el oficio: la madera del país, las piedras de nuestras costas -Cumarebo y Araya-, dan connotaciones de identidad. Así la experimentación con las formas, y las formas asumen el juego de la materia, las raíces exponen abstracciones, se estiliza la figura, el volumen se hace mas contundente y la piedra llega a entregarse pura y son contenidos de la geometría con los secretos de la teluria para el lenguaje de lo horizontal y lo vertical, umbral para unificar el paisaje entre los planos que se texturan con rusticas maneras y espacios lisos que develan la tranquilidad de la superficie, dentro de sus ámbitos transitan el sol y la luna, en el pulido del bronce rebota la luz y en el fluir de la escultura el contrapunto, el bronce mimetizado de la piedra.
Son sus obras públicas lectura de una historia, son conocimiento de un sentimiento y formación ética y estética para un pueblo, desde su ínsula nativa: Margarita hasta la ciudad de su transcurrir: Caracas. La integración con la arquitectura y el urbanismo, acompañan al hombre con el humanismo de la escultura; el ornamento para el goce visual y el símbolo para la reflexión, los detalles como recursos plásticos, con procedimientos personales y la totalidad volumétrica líderizando el entorno o haciéndose heráldica de las edificaciones para el transito y el estar de la comunidad, donde el encuentros de índoles hacen de Narváez un artista cosmopolita.
Él se nos presenta siempre nuevo, su obra no envejece, allí su máxima enseñanza, esa que empezó en su taller del Barrio Obrero de Catia, lugar para las tertulias y propuestas de lo mas nutrido de la intelectualidad venezolana y extranjera. Es a partir del año 1936 cuando ejerce la docencia en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas, en la Cátedra de Escultura y Modelado, en aquella escuela donde Antonio Edmundo Monsanto fue cabeza luminosa y Rómulo Gallegos preocupación y empeño de la reconstrucción, de la reforma. allí Narváez es profesor de varias generaciones y podría recordar el reconocimiento del artista Jesús Soto al decir en una conversación “En la distancia las enseñanzas de Narváez me sirvieron de mucho cuando aborde la tridimensionalidad”. Luego asume la dirección de la escuela en 1954 para imprimirle un nuevo aliento, vigor y brillo, que había perdido después de aquellos tiempos de Antonio Edmundo Monsanto, contando con la valiosa ayuda de su amantísima esposa Lobelia Benítez de Narváez.
El Instituto Universitario De Estudios Superiores De Artes Plásticas “ Armado Reverón”, tiene el grato honor de hacer homenaje al artista venezolano Francisco Narváez, en la celebración del centenario de su nacimiento, con la exposición “ Francisco Narváez Docente”, realizada en el Espacio Tres de los Talleres de Escultura y Cerámica.
La personalidad de Francisco Narváez es para el país de una singularidad especifica, paradigmática, y sin parangones en su particularidad, llena la historia del siglo XX con un recorrido paralelo, sustanciado, presencial y oficiante de momentos sociales, políticos, artísticos y literarios desde su nacimiento en 1905 hasta su muerte en 1982. Es una presencia determinante en el proceso de progreso y modernidad de nuestra nación, construyéndonos un acervo cultural emanado de las esencias genuinas de nuestra historia, nuestro imaginario y de los valores que conforman un pueblo mestizo, tropical y ciudadano, con los factores universales y ascendentes del arte. Vemos al maestro marcando pautas e indicando conceptos permanentemente, su revisión de lo criollo envuelto en la leyenda y el mito, las facciones de la raza y lo exuberante de la naturaleza con la sobriedad del volumen, el material aportado para el oficio: la madera del país, las piedras de nuestras costas -Cumarebo y Araya-, dan connotaciones de identidad. Así la experimentación con las formas, y las formas asumen el juego de la materia, las raíces exponen abstracciones, se estiliza la figura, el volumen se hace mas contundente y la piedra llega a entregarse pura y son contenidos de la geometría con los secretos de la teluria para el lenguaje de lo horizontal y lo vertical, umbral para unificar el paisaje entre los planos que se texturan con rusticas maneras y espacios lisos que develan la tranquilidad de la superficie, dentro de sus ámbitos transitan el sol y la luna, en el pulido del bronce rebota la luz y en el fluir de la escultura el contrapunto, el bronce mimetizado de la piedra.
Son sus obras públicas lectura de una historia, son conocimiento de un sentimiento y formación ética y estética para un pueblo, desde su ínsula nativa: Margarita hasta la ciudad de su transcurrir: Caracas. La integración con la arquitectura y el urbanismo, acompañan al hombre con el humanismo de la escultura; el ornamento para el goce visual y el símbolo para la reflexión, los detalles como recursos plásticos, con procedimientos personales y la totalidad volumétrica líderizando el entorno o haciéndose heráldica de las edificaciones para el transito y el estar de la comunidad, donde el encuentros de índoles hacen de Narváez un artista cosmopolita.
Él se nos presenta siempre nuevo, su obra no envejece, allí su máxima enseñanza, esa que empezó en su taller del Barrio Obrero de Catia, lugar para las tertulias y propuestas de lo mas nutrido de la intelectualidad venezolana y extranjera. Es a partir del año 1936 cuando ejerce la docencia en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas, en la Cátedra de Escultura y Modelado, en aquella escuela donde Antonio Edmundo Monsanto fue cabeza luminosa y Rómulo Gallegos preocupación y empeño de la reconstrucción, de la reforma. allí Narváez es profesor de varias generaciones y podría recordar el reconocimiento del artista Jesús Soto al decir en una conversación “En la distancia las enseñanzas de Narváez me sirvieron de mucho cuando aborde la tridimensionalidad”. Luego asume la dirección de la escuela en 1954 para imprimirle un nuevo aliento, vigor y brillo, que había perdido después de aquellos tiempos de Antonio Edmundo Monsanto, contando con la valiosa ayuda de su amantísima esposa Lobelia Benítez de Narváez.
Continuaron en el tiempo las enseñanzas del maestro Narváez, con su aptitud de artista valiente ante las complacencias, capaz de romper con estructuras para enfrentarse a los retos por venir y conseguir otras conclusiones, otras maneras, otras expresiones. su condición de trabajador constante, su relación de vida y taller, su compromiso con el oficio y su perseverancia en la realización fue un ejemplo, una docencia.
1 comentario:
Hola Guillermo!!! que bello!!! me encantó encontrarte!!!! Besos!!! revisarñe esto con mas atención!!!!
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