sábado, 6 de enero de 2007

UN COMENTARIO SOBRE EL ARTE, LA REPRESENTACIÓN, LA PERCEPCIÓN Y LA HISTORIA.

Hay quienes irrumpen con tremenduras de artistas juveniles o con posturas contestatarias contra la pintura de finales del siglo IXX, en especial de Michelena, haciendo comparaciones con respecto a los movimientos que se desarrollaban en Francia como novedad o con propuestas de renovación.

Pienso que mas bien fuimos afortunados al tener un grupo de gran calidad en el oficio y la concepción de lo que significa pintar un cuadro y dejar la magia perceptiva y la personalidad de cada uno de ellos a pesar de usar parámetros de la academia. Los valores que representan esos artistas para un tiempo de formación de una republica que venia de salir del proceso de independencia y que permitió crear un acervo de nuestra realidad interpretada por una visión histórica, por que se unió nuestras gestas, nuestros héroes, nuestra batallas con la necesidad del historicismo como distancia para empezaba a cumplirse y que comenzó a producir la ficción, la leyenda y ya nuestros pintores pueden pintar sin recurrir a hazañas griegas y romanas, a semidioses o a héroes lejanos.

Podemos nombrar artistas como Martín Tovar y Tovar, Arturo Michelena, Cristóbal Rojas y Antonio Herrera Toro, lo mas representativo de ese tiempo. Así pues, tenemos un momento de nuestra historia del arte con una característica adulta, propia, con triunfo y con optima realización que nos ha dejado un abolengo y una capacidad de despreocuparnos por lo académico, por que ya lo tenemos y así haber trascurrido un proceso plástico muy particular, con conductas todavía por estudiar.

A partir de todo esto quisiera referirme a un cuadro en particular con sus controversias de apreciación: “Miranda En La Carraca” de Michelena, obra sin duda de gran magnetismo y que se ha cumplido como la imagen tipológica del Precursor, constituyéndose a través del tiempo en imagen de los escolares, docentes, historiadores, poetas y transeúntes. Ha sido la tentación de artistas, quienes la han utilizado para la interpretación, la transgresión y la recreación. Del personaje representado se ha dicho que no puede ser por que esta impecable, parece que se va a levantar e ir a una de las reuniones a las que solía asistir en sus tiempos de libertad, otros dicen que la idea que tenemos de una reclusión rigurosa, hostil y de incomunicación se la debemos a la estampa del pintor valenciano. A lo mejor ninguna de estas expresiones son tan exactas y las sociedades no deberían asumirse la imagen como un determinismo para su desarrollo, ni para una comprensión de la historia, pues en el caso de las obras de arte tienen sus propias circunstancias y a pesar de que pueden ser referencias de un momento histórico, muchas veces hacen pasar malas jugadas por que vienen de la creación, del ideal, del acto libre y de la visión particular. Esta obra se ha convertido en un icono del arte venezolano y en un icono al revés donde el héroe no es el signo representado en la pintura, es la pintura el signo del personaje.

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